MADRID.- «En la cocina uno no miente», afirmó hoy Pedro Almodóvar en el Festival de cine de Venecia, donde presentó Madres paralelas, su película más política en la que habla sobre la verdad y aprovecha para promocionar la tortilla de patata.

Por eso, en una cinta que trata sobre la verdad, la cocina, «un lugar de la casa que me interesa mucho», cuenta Almodóvar en entrevistas a la prensa española, tiene un papel fundamental.
Así, Penélope Cruz, que interpreta a Janis, enseña a hacer la tortilla de patata a la joven Ana (Milena Smit) en uno de los varios momentos que a lo largo del filme transcurren en la cocina.
«Trato de promocionar la tortilla», comenta Almodóvar, pues considera que no está lo suficientemente reconocida y que «podría competir con la hamburguesa y la pizza».
Con Mujeres al borde de un ataque de nervios el gazpacho dio la vuelta al mundo con su famosa escena y «desde entonces en todas las cartas de Estados Unidos hay gazpacho», apunta Penélope Cruz.
En Madres paralelas, donde el encuentro entre Janis y Ana se entremezcla con los «desaparecidos» de la guerra civil española y el franquismo, planea la búsqueda de la verdad.
«Un personaje como el de Yanis, preocupada por el legado de buscar a su bisabuelo (enterrado en una fosa común) y la memoria histórica, se encuentra con el dilema de que en su vida esa verdad no existe como tal», señala Almodóvar.
Y también el personaje que interpreta Aitana Sánchez Gijón, Teresa, madre de Ana, «cuenta la verdad, es una verdad que va en contra de ella».
Lo hace al confesar que no tiene instinto maternal en un monólogo con Penélope Cruz que el cineasta define como «una lección de interpretación».
Eso «debe ser durísimo para una madre. Anteponer tu profesión a cuidar a tu hija tiene que ser una decisión dura para una madre, incluso para ella que es la madre más cuestionable, pero no se esconde a sí misma».
Para el personaje de Teresa, Almodóvar «se inspiró en algunas circunstancias de Carmen Maura, de su sufrimiento como madre, de mujeres que necesitan para sobrevivir ser fieles a ellas mismas».
Sánchez Gijón confiesa que para ella su «vocación es la columna vertebral de mi vida, es tan importante como mi maternidad, está a la par, ni más ni menos».
Almodóvar por su parte revela que una vez cumplidos los 70 años y con 20 películas a sus espaldas «necesito contar otro tipo de historias y con otro tipo de tono».
En su película Julieta, dice, «descubrí la sobriedad y la contención. Es un tono que le va mejor a las historias que cuento como en Madres paralelas.
En esta película no hay villanos: «El origen del dolor está en la naturaleza humana. No necesito villanos», apunta.
Esta cinta «podría ser muy lacrimógena. He tratado de drenar las lágrimas para que la emoción fuera mucho más seca, que a mi me parecía mas directa», añade. Esta es además «una película política», señala, pues «la sociedad española tiene una deuda moral descomunal hacia los familiares de las víctimas (de la guerra civil y el franquismo) que yacen en cunetas, alrededor de 100.000.
Cuenta que «a mí siempre me ha preocupado la memoria histórica y más de una vez he tratado de incluirla, pero no encontré el modo de que se fundiera con la historia y aquí lo encontré», pues Janis es bisnieta de «desaparecido».
Israel Elejalde, que interpreta a un arqueólogo forense en la película, considera que en ella Almodóvar «intenta crear concordia, no polémica» y sostiene que «para que haya concordia hay que cerrar heridas, y para eso hay que dar dignidad a los muertos de los dos bandos, que son muertos de nuestra sociedad».
El director «ha hecho un acto político, pero también un acto muy generoso de poner eso en el candelero de manera muy sensible y llena de empatía y de amor. Es un grito de hagámoslo ya, miremos al futuro», sostiene.

A su juicio, «la responsabilidad de los artistas es intentar hacer como que podemos cambiar el mundo: puede que no lo consigamos, pero puede que sí».
CON INFORMACIÓN DE ANSA
TV&SHOW/ Rondero’s Medios
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