LONDRES.- Quizás la mejor forma de escuchar Hackney Diamonds, el nuevo disco de los Rolling Stones, sea hacerlo antes o inmediatamente después de ver Killers of The Flower Moon, de Martin Scorsese, en los cines al mismo tiempo. Así, aunque sólo sea para condensar en unas pocas horas las lecciones de unos buenos octogenarios, amigos entre sí y que, cada uno a su manera, recuerdan que el rock y cierto cine son primero y ruidosos despertadores colocados a un milímetro del cerebro, del área que regula la conciencia de estar en el mundo.

O, si queremos encontrar un hilo conductor: si Scorsese muestra cuánto cuesta en sangre y dolor la extensión y defensa de toda forma de libertad, Mick Jagger y Keith Richards lo dicen una vez más y 18 años después de su último disco de canciones inéditas. canciones que, de esas libertades, el rock no es sólo la banda sonora: es el sonido, la frecuencia.
Y luego está la libertad de volar en la canción gospel de Sweet Sounds of Heaven y en su Let us all stand up orgullosos, que recuerda no sólo que los Stones levantan el teléfono y reúnen a Lady Gaga y Stevie Wonder, y que son los autores, por ejemplo, de Gimme Shelter, pero que cada canción tiene que ver con el mantenimiento de una comunidad. En Get Close existe el deseo de sentirnos siempre a un paso de esos encuentros que pueden solucionar una noche o por qué no, una vida entera. Y si nada de esto pasa en el piano ahí está Elton John, en fin. Existe la libertad de envejecer y por eso en Whole Wide World se evoca el Londres de los años 60 . Y eso de recordar: escucha atentamente Mess It Up y Live by the Sword , con las pistas de batería grabadas por Charlie Watts, fallecido hace dos años .
Existe la libertad de ser sobriamente nostálgico, de estar acompañado por Jagger y Richards en Tell Me Straight y Dreamy Skies, donde lo que se ha abandonado y lo que se ha perdido cae en un blues y folk casi rural y original. Y existe la libertad, sonriendo y golpeando fuerte los instrumentos, para socavar décadas enteras de crítica musical y hacer una mueca a la historia haciendo que uno de los Beatles, obviamente Paul McCarntey, toque el bajo en Bite my head off. “Parecía tan feliz como un colegial”, reveló Ronnie Wood, imitando la alegría de Sir Paul en la televisión, y no puedes creerlo cuando escuchas la pieza: una de las más emocionantes, una lección para todos aquellos que, hoy y mañana, quiero subirme a un escenario con un par de guitarras eléctricas a cuestas.

¿Será el último álbum de los Stones? ¿Es el último tema, el sobrio y casi sagrado Rolling Stone Blues, una despedida? Cada átomo de cada célula y cada neurona grita: “¡No!”. Quién sabe. Mientras tanto, recordamos otra libertad que nos confiaron las enseñanzas de Mick Jagger y Keith Richards: la de vivir plenamente el presente, de tomar nuestra propia historia y llevarla adelante. Lo hacen un riff tras otro, verso tras verso, un concierto y luego otro (sí, incluso hasta el próximo blu-ray) y divirtiéndose como si fuera la primera vez. Sea lo que sea, mientras tanto los Rolling Stones a todo volumen en este planeta que, por momentos, parece falta de libertad.
CON INFORMACIÓN DE ANSA
TV&SHOW/ Rondero’s Medios


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