La novela pasional por excelencia del romanticismo puro en el siglo XIX, es CUMBRES BORRASCOSAS (Clásicos B, 364 páginas), la única escrita en este género por Emiliy Brontë, publicada en 1847, fiel reflejo de la tradición en el que sus personajes no saben de emociones a medias.
Llevada también al cine en 1939 bajo la dirección de Wiliam Wyler, con las actuaciones de Laurence Olivier, Merle Oberon y David Nivel, y guión de Charles MacArthur y Ben Hecht, tuvo ocho nominaciones al Oscar y obteniendo Mejor Fotografía a Gregg Toland.
En CUMBRES BORRASCOSAS un amor está hecho de los vientos, la lluvia y el baro de los páramos ingleses. Una pasión que atraviesa paredes y acecha a través delas ventanas. Una pasión que burla a la muerte y atormenta a los vivos, una mor parecido a una energía sobrenatural que se divide y toma cuerpo en dos seres: Catherine y Heatchliff.

…”Al principio, Heatchliff toleró bastante resignadamente su nuevo estado. Catherine le enseñaba lo que ella aprendía, trabajaba en el campo con él y jugaban juntos. Los dos iban creciendo en una abandono completo, y el joven amo no se preocupaba para nada de lo que hacía, con tal de que no lo estorbaran. Ni siquiera se preocupaba de que fueran a la iglesia los domingos. Cada vez que los chicos se escapaban y Joseph o el cura censuraban su descuido, se limitaba a mandar que pegasen a Heathcliff y que dejasen sin comer a a Catherine”.
Por Roberto Rondero / Rondero’s Medios.


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