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«Las Malcriadas» no quieren ganar

¿Y la reinvención de TV Azteca? La más reciente producción de ficción del prime time, Las Malcriadas, no está hecha para lograr el liderazgo en ningún sentido.

Resulta una hazaña retener la atención sin aburrirse después de los primeros quince minutos del capítulo uno; no levanta en los siguientes, pero rigor llama. ¿En qué escena hallamos el discurso de “reinvención” prometido por la nueva dirección de la compañía?

La extraña combinación del reparto (como en los inicios de la nueva Telemundo con los acentos) produce una ensalada inverosímil de interpretaciones y perfiles que no ayudan a salvar un guión cuyo desarrollo nos evoca más a una casa de las faldas de los cerros de la periferia metropolitana capitalina, levantada a base de la autoconstrucción, que a su pretensión de pasar por un novedoso apartamento de una respetada inmobiliaria.

Si profundizamos en ello, corro el riesgo de deprimir al lector. Por ello a cambio, propongo compartir reflexiones a partir de lo que representa esta producción en la pantalla de la televisión abierta mexicana de los tiempos que corren.

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Producción ¿original?

Como sucedió con el caso de Sueño de Amor (Televisa, 2016), si nos atuviéramos a producciones como Las Malcriadas que se venden especialmente como “originales” (una confesión de parte que adentro saben de tal exigencia), podemos entender por qué los productores no confían en los proyectos con esa etiqueta. Flaco favor.

¿No había en todo México mejor proyecto que este para darle luz verde? En el supuesto de que todos sean así, pues sí, les damos la razón. Las historias originales son Frankesteins condenados al fracaso y no hay nada que hacer. La época dorada del serial tipo anglosajón y de la telenovela extranjera no existe y debe obedecer a su buena suerte.

Sigamos avocados a depender excesivamente de los originales de industrias foráneas para que generen plusvalía y derechos de autor-licencias; empoderemos su autoridad creativa y terminemos de cederles el mango del sartén del mercado internacional.

Conformémonos con servir de simples maquiladores de producción de “contenido”. Sólo como referencia, revisemos las causas de la débil posición de México en otras industrias frente a Estado Unidos y Canadá en las negociaciones del TLCAN.

Algo debe decirles también, espero, que por lo regular sus adaptaciones de remakes dejen mucho que desear. Como he escrito trabajos al respecto, no extenderé en ello. Sólo debo reiterar en señalar el error de resistirse a atender en serio el fondo de la crisis actual: la ponderación de la quintaescencia creativa en una industria creativa.

Ver ¿Por qué la crisis de la telenovela mexicana? Parte III: dramaturgia

https://daniel-laresmunoz.blogspot.mx/2017/02/por-que-la-crisis-de-la-telenovela_7.html

Desconocer la propia historia

Cuando la otrora Imevisión incursionó en la producción de telenovelas (Nada Personal, 1996) no exenta de riesgos, advertía que se enfrentaba con Sansón a las patadas y emprendió entonces con una clara propuesta de diferenciación:

Las historias rosas de cenicienta versus las realistas con expertise y audacia dramatúrgica; realización uniforme de maquila versus una artesanal con aspiraciones cinematográficas; estrellas de escándalo frente a actores con capacidad histriónica. ¿Dónde se refleja (o rescata) eso en Las Malcriadas? La austeridad se advertía en el número de locaciones o la nómina del reparto no en lo cutre de los valores de producción.

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La crisis: problema de industria no de una televisora

Lo antes expuesto nos lleva a pensar que (como en Televisa) o la resistencia interna de las viejas guardias de TV Azteca le juegan malas pasadas a su actual administración o la inteligencia ejecutiva no ha sabido leer y comprender las exigencias de los nuevos tiempos: peor aún, ambos factores.

Su nueva directiva en ficción ya lleva más de un año al frente y después del efímero y relativo éxito del remake de Rosario Tijeras (que naufragó en la pantalla estadounidense), a Las Malcriadas le anteceden La Fiscal de Hierro (look alike de Telemundo), y el refrito infortunado de Nada Personal que dejo en el lector si vale la pena recordarlo.

En el top 5 de los ratings proporcionados por HR Media (que miden el Valle de México) no ha aparecido ni por equivocación la producción estelar del Ajusco. Le supera incluso una repetición del medio día de Las Estrellas (Lo que la vida me robó).

La caballada del hipódromo está (muy) flaca

Con ello TV Azteca junto con la excesiva moderación de Imagen TV (¿la “nueva televisión” para cuándo?), propician que, pese a los bajones de audiencia y su propia crisis, Televisa siga manteniendo el primer lugar de sintonía. Atención, no por ofrecer la mejor propuesta, sino por tener en pantalla la menos mala de la franja. Triste el caso de la industria mexicana. San Ángel tiene que agradecer a sus “competidores” nacionales.

Como ha asentado con anterioridad el Telévoro de Roberto Rondero en TV & Show, ver a actrices con probada capacidad escénica como Rebecca Jones ofrecer los papeles más desafortunados de su carrera no es alentador para nadie.

Las televisoras mexicanas de hoy son como los viejos cines unisala de principios de los noventa que pretendían aferrarse a su cuota de mercado con el mismo servicio y títulos en cartelera como Juana la cubana, Cambiando el destino y La risa en vacaciones frente a la sofisticación del cine extranjero y la ineludible llegada del formato multi-sala (y los megaplex), la televisión por cable y la consolidación de los formatos de video en casa.

El final de aquella historia es por todos conocido.

Por Daniel Lares Muñoz (@daniel_lares)

TV&SHOW / Rondero’s Medios

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