Música

Museo en Chipiona, España en honor a Rocío Jurado, con 600 vestidos, fotos y cartas

MADRID.- En el recién inaugurado museo de ROCÍO JURADO, que expone, entre otros objetos, los trajes con los que escandalizaba por sus escotes a la España de los años 70, el visitante «la ve viva, la huele, porque hay un difusor que echa su colonia, la escucha y se la lleva en el alma», cuenta a ANSA el alcalde de Chipiona (Cádiz, sur del país), ciudad natal de la popular cantante de copla fallecida en 2006.

El museo, ubicado a la entrada de la localidad costera de Chipiona, fue inaugurado hace 10 días con la presencia de su hija, Rocío Carrasco, que alcanzó un acuerdo hace dos años con el ayuntamiento para su apertura tras donar a este «toda su vida», en palabras del alcalde, Luis Mario Aparcero.

Entre la multitud de cajas con su vida que atesora el ayuntamiento, en proceso de revisión, se encuentran sus más de 600 vestidos e infinidad de fotografías, cartas, dedicatorias que plasman la vida y la fama que tuvo la que Aparcero considera «la más grande de la copla», fallecida de un cáncer a una edad desconocida con exactitud. Sí, porque su edad siempre fue una incógnita y de pequeña cambió la fecha de su nacimiento para poder trabajar en Madrid y desde entonces ni la propia familia supo su edad, tal como se explica en el museo. Aquí se puede ver tres de sus pasaportes con fechas distintas de nacimiento (en 1946, 1948 y 1950).

De lo que no hay dudas es que nació en el seno de una familia humilde, que Rocío escuchó siempre cantar en casa a sus padres -él, zapatero- y que desde pequeña ya decía que quería ser artista e imitaba a las cantantes. Su vida quedó marcada a los 12 años con la muerte de su padre, y tres años después emprendió viaje a Madrid acompañada por su madre para convertirse en cantante con la oposición de su familia, en especial de su abuelo materno.

En Madrid fue contratada por el tablao El Duende para tocar las palmas, y para aprender flamenco se compró un tocadiscos y una decena de discos, pues sus inicios habían sido la copla y la tonadilla. El flamenco le entusiasmó tanto como las tonadillas y la copla, género en el que le gustaban Lola Flores y Juanita Reina, y también tomó rasgos de Gracia Montes, Marifé y Concha Piquer. En el museo se pueden ver fotos suyas bailando con Lola Flores, y también junto a Julio Iglesias, Plácido Domingo, Antonio Gala, Rocío Durcal, Montserrat Caballé o Rafael Alberti.

La Jurado, como se la conocía, reinterpretó la bata de cola: los escotes, los tejidos y distintos usos del mantón fueron algunas de sus aportaciones al flamenco. El museo expone algunos de sus trajes, como el vestido-sábana, que llevó en el programa de la televisión estatal española (TVE) Señoras y señores en 1971 y del que se cuenta que la cantante estaba tan cansada de que el censor de la cadena le descartara vestidos, que dijo: «Pues la próxima vez actúo con una sábana», y se enrolló sobre sí misma una tela blanca. Algunos de los vestidos todavía tienen restos de su maquillaje, y sobre ellos hay un difusor que echa su colonia, la fragancia Angel de Thierry Mugler.

También se puede ver el tocador de la artista, joyas, mobiliario, el piano con el que ensayaba, el automóvil Mercedes con el que se desplazaba y, cómo no, todos sus premios y discos, entre ellos Como una ola (1982), de los más emblemáticos y con el que cosechó 15 discos Platino. Sus giras por América Latina fueron las que le elevaron a la fama internacional y allí trabajó en varios programas del Canal 9 de la televisión Argentina. De México se enamoró muy joven de las rancheras, como queda patente en discos como Rocío canta con mariachi, Rocío Jurado canta a México y La más grande, y Lola Beltrán fue su ídolo toda la vida.

En los años 80 recibió una gran acogida en Miami, donde fue reina de su carnaval, y en Estados Unidos cantó en la Casa Blanca ante el entonces presidente Ronald Reagan. El alcalde de Chipiona, de 20.000 habitantes (200.000 en julio y agosto), fue quien le ofreció a la cantante en los años 90, en su anterior mandato (1985-2000), dedicarle un museo y en primera instancia ella le contestó: «Déjate de museo que aún me queda mucho por delante». También le ofreció una estatua en su ciudad y ella le pidió una fuente, levantada en 1994 frente al mar. También se le dio su nombre a una Avenida y «antes de poner los nombres de cantantes como Juanita Reina o Paquita Rico a otras calles, me pidió que primero le pusiera la fuente», cuenta sonriendo el alcalde.

«Ella había decidido terminar aquí su vida de anciana, traer aquí su legado. Siempre decía que quería darle a su gente lo que haga falta», rememora Aparcero, amigo de la infancia de la cantante.

«Mi madre soñaba con tener un museo aquí en Chipiona, pero lo que de verdad soñaba era envejecer en esta tierra», dijo su hija emocionada en la inauguración del museo, a la que no acudieron ni si viudo, José Ortega Cano, ni los hermanos de la artista, todos ellos enfrentados con Carrasco. El alcalde tiene previsto construir un nuevo museo para la cantante de 6.000 metros cuadrados, con un teatro que lleve su nombre, y «que esté vivo, que vaya cambiando» gracias a todo el material legado. Además, está empezando a trabajar en la creación de un Centro de estudios mundial de la copla y la canción española para convertir a Chipiona en «la capital de la copla», al igual que la cercana Jerez de la Frontera (Cádiz) es la capital del flamenco, y estudia crear un Premio Internacional Rocío Jurado para jóvenes.

De momento ya existe una Ruta Rocío Jurado con 14 puntos de interés histórico de la cantante en la ciudad, como su casa natal y su mausoleo en el cementerio, donde la cantante reposa bajo un verso de Alberti. El poema, cuyo manuscrito está expuesto en el museo, dice: «Canta, cuídate en el sueño, cuídate para siempre y no te vayas… Rocío del mar de Cádiz, faro que nunca se apaga. Canta siempre, amor Rocío… Canta… Canta… Canta… Canta…»

CON INFORMACIÓN DE ANSA

TV&SHOW/ Rondero’s Medios

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