En el AYER Y HOY las y los niños actores tienen historias muy parecidas que contar. Viven su infancia a su manera y como los dejan: encerrados en foro, entre cámaras y camarógrafos, staff, camerinos, con maestros, y entre escena y escena jugar con su imaginación.
El caso del tabasqueño OCTAVIO OCAÑA no fue diferente. Su gracia natural y simpatía le dieron una «chispa» extra a Vecinos, la serie cómica con mayor permanencia en Televisa. Benito Rivers, su personaje, gritaba en cada capítulo y a todo pulmón “¡NO QUIERO SER ACTOR!”, lo que muchos niños desearía poder gritar a los cuatro vientos.
Con la adolescencia y la pérdida del encanto infantil, Octavio Ocaña desapareció de Vecinos por varias temporadas hasta que reapareció este año con una apariencia desgarbada, desalineado y sin rastro alguno de ese Benito que cautivó a la audiencia.
Su grito infantil no logró que Ocaña regresara a la actuación pero sin las ventajas de lo que un niño posee: naturalidad, empatía, y un rostro pícaro y dispuesto a todo tipo de travesuras.
Por más que de niño Benito gritaba en cada capítulo de la serie Vecinos que no quería ser actor, sus padres televisivos, Frankie Rivers (César Bono) y Lorena (Ana Bertha Espín) siempre le buscaban castings, por más disparatados que éstos fueran (de Frida Kahlo, Cleopatra, y hasta de La Chilindrina).
A los 21 años, Octavio Ocaña se reincorporó a Vecinos, bajo la producción de Elías Solorio, convencido de que nunca hay que decir “de esta agua no beberé”. Ver para creer.
TV&SHOW/ RONDERO’S MEDIOS
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