Cine

Kevin Costner se juega su dinero, 100 mdd, en el western «Horizon: An American Saga»

NUEVA YORK.– Para alguien como KEVIN COSTNER, formar parte de un éxito como YELLOSTONE es un medio para alcanzar un fin. Solo así se explica por qué el principal protagonista de una de las franquicias televisivas más rentables de los últimos veinte años decidió marcharse de allí un buen día e invertir todo el dinero que hizo con ella, y después un poco más, en el proyecto más colosal, ambicioso y, por qué no decirlo, temerario de toda su carrera: un western tan épico que se titula directamente Horizon: An American Saga y en el que ya ha invertido alrededor de cien millones de dólares salidos de su propio bolsillo.

Y esto es solo el principio si todo le sale como espera con ese Capítulo 1 que llega este viernes a las salas de cine, la saga norteamericana de HORIZON se extenderá a lo largo de tres largometrajes más (el siguiente se estrena el próximo mes de agosto, los dos restantes aún no han empezado a rodarse).

Tal como su autor declaró en IndieWire durante el pasado Festival de Cannes, esta apuesta a doble o nada podría sublimarlo o destruirlo por completo, pero él cree que merece la pena: “No quiero tener que responder ante nadie”, declaró con orgullo. Si Kevin Costner se hunde, al menos será según sus propios términos.

En cualquier caso, nadie podría acusar al actor y director californiano de haberse apartado un ápice de aquello que mejor sabe hacer, teniendo en cuenta que Bailando con lobos (1990), sin duda uno de los puntos álgidos de su carrera, era también una peli del Oeste ambientada durante la Guerra de Secesión y centrada en un tema, la frontera, que podríamos considerar como el punto cardinal no solo de la filmografía costneriana, sino de todo el western en general. Da la sensación, sin embargo, de que al tipo le quedaban aún un par de cosas que decir sobre un periodo fundamental de la historia estadounidense que ya había obsesionado a cineastas como John Ford, John Huston o Don Siegel antes que a él. De hecho, hay constancia de cómo una comedia silente de Mack Sennett, titulada Cohen Saves the Flag (1913), reutilizó escenarios naturales, trajes, utillería e incluso escenas bélicas completas de un cortometraje serio sobre la Batalla de Gettysburg que hoy se considera perdido, lo cual quiere decir que, desde su misma infancia, el cine norteamericano empezó a retratar la Guerra de Secesión, tanto en comedia como en drama.

Sus confluencias temporales, visuales y temáticas con el western solo sirvieron para reforzar su naturaleza de mito fundacional, quizá el más poderoso en toda su, por entonces, aún joven historia como país.

Pese a los esfuerzos de D.W. Griffith, para quien Sennett hizo algunos trabajos como realizador no acreditado, por contar la contienda civil bajo el prisma del prejuicio propagandístico y la xenofobia –es decir, pese a El nacimiento de una nación (1915)–, Hollywood entendió muy pronto que solo tenía sentido volver sobre el periodo comprendido entre 1861 y 1865 si el objetivo era narrar historias edificantes, humanas y fraternales: el cine como instrumento de reconciliación y bálsamo para sanar heridas aún no del todo cicatrizadas en la identidad nacional.

Así debemos leer clásicos como El maquinista de la General (1926), Lo que el viento se llevó (1939), Medalla roja al valor (1951), La gran prueba (1956), Misión de audaces (1959), Mayor Dundee (1965) o La conquista del Oeste (1962), movidas todas ellas por una misma voluntad didáctica y emocional. 

Con el tiempo, incluso la televisión se empezó a atrever con el tema: uno de los mejores episodios de La dimensión desconocida (1959 – 1964) se basaba en El incidente del Puente del Búho, aquel extraordinario cuento que el escritor (y veterano de la Guerra de Secesión) Ambrose Bierce publicó en 1890. Solo que no era exactamente un episodio de la serie, sino un remontaje de La rivière du hibou, evocador cortometraje con el que el cineasta francés Robert Enrico ganó un Oscar en 1962: tanto le gustó a Rod Serling, creador de La dimensión desconocida, que decidió emitirlo en la tele estadounidense bajo su propio sello.

No hay demasiados casos de películas o series que reinterpreten la Guerra de Secesión bajo una óptica extranjera, exceptuando los casos de Sergio Leone, el Ang Lee de Cabalga con el Diablo (1999) y, siendo muy generosos, Alex Garland, si bien su reciente Civil War (2024) se inspira en un remoto enfrentamiento fratricida para imaginar otro que podría o no producirse en un futuro cercano.

Al día de hoy, las películas sobre el tema que se pasan en las clases de secundaria son mucho más ortodoxas: Tiempos de gloria (1989), Gettysburg (1993), Cold Mountain (2003), Lincoln (2012) o la reciente Hacia la libertad (2022) serían buenos ejemplos, pero no por ello descuidar obras recientes que vuelven sobre ese mismo periodo desde puntos de vista inéditos, esquinados y/o refrescantes: Gangs of New York (2003), La seducción (2017) de Sofia Coppola, la más reciente adaptación de Mujercitas (2019)… Todas ellas ejemplos de gran cine, un estatus por el que Kevin Costner ha luchado con uñas y dientes: cuando alguien le dijo que su Horizon parecía estructurada como una miniserie televisiva de prestigio, él se revolvió. O gran pantalla, o nada de nada. “Es allí donde pertenezco”, le espetó a IndieWire el hombre que acaba de cumplir su penitencia en Yellowstone

CON INFORMACIÓN DE ANSA

TV&SHOW/ Rondero’s medios

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