CANNES.- Durante una larga e intensa rueda de prensa, KEVIN COSTNER dio una definición muy acertada del western: “A veces los viejos westerns son simples y describen una vida sencilla. Sin embargo, creo que es un género muy complejo porque la vida en Occidente era muy compleja.

-¿Cree usted que Occidente era un lugar sencillo?
-Bueno, no lo fue. Vivir en Cannes, París o Los Ángeles es sencillo. En occidente no había ley, no había casas ni ciudades, vivíamos en la suciedad y el polvo sin poder lavarnos, no había médicos, no había nada. Sobrevivir fue complicado. Y esto es lo que quería contar.»
HORIZONTE, vista en Cannes fuera de competición, es por el momento una película de seis horas, dividida en dos capítulos, que se estrenará en salas de cine situadas a poca distancia una de otra. Pero COSTNER quiere rodar dos más. Es una apuesta ardua, ya que el western goza de gran popularidad en la televisión y en las plataformas (pensemos, para seguir con Costner, en la serie Yellowstone y sus anexos), pero tiene dificultades para atraer gente al cine. De hecho, nadie quería producir HORIZON. El protagonista de Bailando con lobos (han pasado 33 años…) lo hizo sacando de su propio bolsillo 50 millones de dólares, ni siquiera la mitad de los 120 recaudados por Coppola para Megalópolis.
Hay algo que une estos dos títulos proyectados en Cannes 2024: son el gesto extremo de dos cineastas obsesionados, los últimos gritos de la sabana de un cine pensado como alguna vez fue pensado, a gran escala. La diferencia está en el estilo: Megalópolis es una película muy personal y casi experimental; Horizonte es un western superclásico que recuerda las grandes obras maestras de los años 50 o incluso ciertas narrativas televisivas fluviales tan populares en Italia, como la legendaria serie Alla Conquest del West que se emitió en Rai 2 en los años 70.
Costner entra en escena, como actor, después de una hora de película e inmediatamente se mete en problemas, defendiendo a una mujer que ni siquiera conoce. De lo contrario, ¿qué clase de héroe sería? Arrancaron dos primeras líneas narrativas que de momento, en la primera parte, aún no se han cruzado. Uno comienza en 1859 en el Valle de San Pedro, en el desierto del suroeste tan querido por John Ford: un grupo de pioneros, llamados por el sueño de una tierra rica y fértil donde se levantará una ciudad llamada Horizonte, acampan en territorio apache, y no les gusta quedarse varados: los apaches de la Montaña Blanca los atacan y llevan a cabo una masacre, pero los supervivientes juran venganza.
Al mismo tiempo, mucho más al norte, en el territorio de Montana, una mujer dispara a un matón, sin acabar con él, y se convierte en el objetivo de los hijos de este último.

Horizonte es un objeto extraño: está rodado de manera solemne y grandilocuente, en espacios naturales deslumbrantes, con la amplitud visual de los grandes clásicos. Tiene una sensación de novela más de serie larga que de película, y este primer capítulo termina dejando un poco de mal sabor de boca al espectador. ¿Funcionará en el cine?
RESEÑA DE ALEJANDRO CRESPI, ANSA
TV&SHOW/ Rondero’s medios


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