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La última temporada de «The Crown», la serie insignia de Netflix, desata la polémica

NUEVA YORK.- “Inspirada en hechos reales, la serie es una dramatización de ficción que cuenta la historia de la reina Isabel y los acontecimientos personales y políticos que dieron forma a su reinado”. Este es el escrito que ha insertado Netflix, a partir de la última temporada de su serie emblemática THE CROWN, la más cara de la historia. 

La serie ha generado todo tipo de polémicas, como la de la actriz Judi Dench, calificándola dd espectáculo de «ficción cruel», o como la del ex primer ministro John Major: «un barril de tonterías maliciosas».

Por supuesto que es la dramatización de una ficción, pero el poder de la serie de Peter Morgan, ahora en su sexta y última temporada en Netflix con los primeros cuatro episodios (los otros seis a partir del 14 de diciembre), reside en ese sutil hueco entre realidad y ficción. Y cuanto más se aproxima al presente, más tenso se vuelve el juego, no tiene sentido andarse con rodeos: ¿cuántos espectadores se ven obligados a detener la proyección para buscar en Internet pruebas reales de lo que ven en pantalla?.

Acompañada de polémicas, un boom de audiencia (correspondiente a la muerte de Isabel), premios (15 nominaciones a los Bafta, 10 nominaciones a los Globos de Oro, 69 nominaciones a los Emmy), la serie inspirada en la familia real más famosa del mundo ha mantenido pegados a millones de espectadores. Y a partir de hoy lo volverá a hacer. 

El preestreno -el primero después de meses de huelga- en Hollywood para una velada transformada en el Palacio de Buckingham con una alfombra azul, guardias reales y corgis, los perros tan queridos por el Soberano.

¿Qué vemos en estos primeros cuatro episodios? Cuenta la historia de las ocho semanas previas a la muerte de Lady D, ese verano «loco», como lo define la princesa de Elizabeth Debicki, que culminó con el incidente de París. La de la historia de amor con el empresario egipcio Dodi al Fayed, de las vacaciones en el yate de su padre que ve en la aventura de su hijo con Diana un pase para obtener la ciudadanía británica, de la fuga amorosa en la Riviera francesa, de la fotografía robada por el paparazzo italiano Mario Brenna (un personaje que realmente existió), de la foto pagada por un millón de euros cuando aún no había euros, de los paparazzi que la asediaban por todas partes, en mar abierto con lanchas a motor, en el restaurante, en las calles de Montecarlo en scooter.

De Dodi al Fayed que cancela su boda con la modelo Kelly Fisher pocas semanas después de la boda, con una casa ya comprada y una demanda que presentará contra él por haberla obligado a cancelar compromisos laborales. Pero también de la fiesta del quincuagésimo cumpleaños de Camila organizada por Carlos a la que la reina no asistirá, de la fiesta en Balmoral, en Escocia, de sus hijos Harry y William, cada vez más atormentados, William sobre todo, por la invasión de la intimidad de su familia.

Y de ese misterioso anillo con el imperativo nombre “Dis-Moi Oui” (di sí), un anillo de oro y diamantes del que se habla desde hace años, desde aquella trágica noche. Ha habido muchas reconstrucciones e inferencias sobre aquella joya, adquirida en París por Dodi la tarde del trágico día. Hay quienes dicen que nunca llegó hasta la princesa, quienes nunca salieron de la joyería. Durante la investigación, el inspector jefe Paul Carpenter de la Policía Metropolitana afirmó que se encontró un anillo «Dis-Moi Oui» en el apartamento de Dodi en los Campos Elíseos. La serie cuenta su versión la cual no vamos a spoilear.

Y luego el accidente en el túnel bajo el Ponte de l’Alma en París, el 31 de agosto de 1997. Es la secuencia que abre la sexta temporada, incluso antes de los créditos iniciales, y luego recurre al flashback de ocho semanas antes. Y es como prometieron: fuera del escenario. Se oye el ruido del choque y un parisino anónimo que sacó a su perro a dar el último paseo del día pide ayuda: «Ha habido un accidente».

El último episodio de la primera parte, la cuarta, es desgarrador. Durante la noche suenan los teléfonos de Balmoral, de Downing Street, de Mohamed Al-Fayed: la noticia del accidente despierta a muchas personas en todo el mundo. Se cuentan esos larguísimos cinco días en los que, mientras Gran Bretaña y el mundo entero lloraban a la princesa, la Corona optó por vivir un duelo privado. Estos son los días que ya se han visto en The Queen, la película de Stephen Frears (escrita por Peter Morgan) que le valió el Oscar a Helen Mirren, «aquella vez que la Reina metió la pata», en palabras del director inglés. Así que aquí están las reuniones familiares, las decisiones atormentadas, la presión de Carlos y Blair para el funeral solemne, la posición final de la Reina. 

El último episodio termina con el discurso a la nación que Isabel pronunciará el día antes del funeral, el 6 de septiembre. “Desde la terrible noticia del domingo pasado hemos sido testigos en Gran Bretaña y en todo el mundo de la abrumadora expresión de tristeza por la muerte de Diana. Todos intentamos, de diferentes maneras, abordar el asunto».

La serie Crown está basada en un espectáculo teatral de Peter Morgan y Stephen Daldry: The Audience, un cara a cara teatral en el que se vio a la reina Isabel conversando con varios protagonistas. En el último este cara a cara será entre la Reina y la propia Diana (que también se le aparece a Carlos en el avión que lleva el cuerpo de regreso a Inglaterra), se trata de la aparición fantasma de la que tanto se ha hablado

«Haciéndome parecer el enemigo, no por lo que soy sino por lo que represento», le dice Diana a Elizabeth mientras se desplazan las imágenes de archivo de las miles de personas dejando flores, mensajes y llorando a las puertas del Palacio de Buckingham. «Está empezando a parecer una revolución. Quieren mostrarte quiénes son, qué sienten, qué necesitan. Siempre nos has enseñado lo que significa ser inglés, tal vez sea hora de demostrar que tú también quieres aprender».

Como recuerda Giovanna Koch en el ensayo The Crown, la serie (Dino Audino editore) durante doscientos años la pintura inglesa estuvo excluida del círculo de los encargos religiosos porque Isabel I había prohibido el uso litúrgico de imágenes sagradas. Los pintores ingleses se concentraron en el retrato de grandes familias aristocráticas, empezando por la real. Por eso, se supone, cuando el cine irrumpió en el mundo, el género al que recurrieron los primeros cineastas ingleses fue el biopic. 128 años después siguen siendo maestros de ese género aún cuando plantean dudas: ¿realmente pudo haber sucedido así? 

La segunda parte de la última temporada comenzará de nuevo cuatro años después con el encuentro de William y su futura esposa Kate y un nuevo elenco de jóvenes actores.

CON INFORMACIÓN DE ANSA

TV&SHOW/ Rondero’s Medios

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