LOS ÁNGELES.– Después del éxito de series como la alemana Dark o la estadounidense Stranger Things, la plataforma Netflix advirtió que no sólo el público joven consume historias con protagonistas adolescentes.
El cine y la literatura han dado pruebas de que las «series de adolescencia» suelen ser muy redituables. La serie danesa THE RAIN se adhiere a estos preceptos, que se han hecho muy populares en las artes audiovisuales: jóvenes protagonistas, buena factura técnica y, si es posible, un futuro distópico.
En esta producción danesa de ocho capítulos, la receta se cumple en los tres tópicos mencionados, pero falla en lo que muchas series lo hacen en la actualidad: el guión.
Seis años después de que una misteriosa lluvia esparciera un virus mortal (que mata en cuestión de segundos a quien toca), los hermanos Simone (Alba August) y Rasmus (Lucas Lynggaard Tønnesen) salen de la seguridad del búnker que los tuvo aislados todo ese tiempo, luego de que su padre (quien trabaja para la misteriosa empresa Apollon) los dejara allí, anticipando que Rasmus es la clave de todo lo que está sucediendo y que por ello siempre debe estar protegido.
Cuando salen al exterior, el mundo ha cambiado completamente y la solidaridad no es una posibilidad para los sobrevivientes. Los códigos de ética de los hermanos han permanecido intactos, pero entrarán en conflicto con el grupo de jóvenes con el cual emprenderán un viaje para buscar al padre Simone y Rasmus, con la esperanza de que él pueda poner remedio a todo esto.
Con una cuidada ambientación (los búnkeres con sus correspondientes laboratorios están muy bien logrados, al igual que las ciudades arrasadas), THE RAIN se parece a muchas otras obras (desde El eternauta hasta Resident Evil) y esa falta de originalidad se traslada al guión que, con un inicio prometedor, sigue el derrotero caótico de los personajes, con flashbacks que muestran pinceladas de las vidas de los jóvenes protagonistas, que permiten conocer sus carencias y de allí su modo de actuar en situaciones críticas muy previsibles.
El reparto no consigue lograr actuaciones que deslumbren, en una corrección que no consigue la empatía del espectador, sino sólo acompañarlos en un viaje con inconvenientes esperables, con un final que deja muchos cabos sueltos, seguramente confiando en que habrá una segunda temporada. Si es como la primera, tal vez habría que ver si llueve esta vez palenteamientos más originales y actuaciones más convincentes.
CON INFORMACIÓN DE ANSA
TV&SHOW/ RONDERO’S MEDIOS
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