¿Qué es lo que hace adictiva a NARCOS, la serie producción original de NETFLIX?
Es cierto lo que afirma Eneko Ruiz en El País respecto a que al prescindir de Pablo Escobar (el gran Wagner Moura) NARCOS se ha convertido en una nueva serie. Coincido también que dramáticamente esta tercera temporada es mejor que sus anteriores.
Si en la primera temporada notábamos imprecisiones y errores sobre todo de ambientación, ahora hay que reconocer que la historia creada por Chris Brancato, Eric Newman y Carlo Bernard ha ido aplicando rigor y enmendando lo corregible porque se nota su madurez. No han enmendado en atribuir el realismo mágico a García Márquez; habría que presentarles a Rulfo, su antecesor, sin demérito del colombiano.
La madurez en la pantalla
Es doloroso admitirlo pero en términos de calidad de producción, la temporada uno de la serie de José Padilha estaba a poco de cruzar la raya y entregarse a lo naif de una serie-novela de la televisión abierta mexicana de la actualidad; en cambio en su más reciente entrega, se aprecia más al estándar anglosajón. Netflix ya confía en su ahora franquicia.
Otro de esos aspectos es la estructura de su narrativa. La tercera temporada es mucho más sólida y trepidante. Las pulsiones del ritmo son cadenciosamente contundentes, aceleran y desaceleran para meternos por una puerta y sacarnos en otra que a veces conducirán a inquietantes callejones sin salida. Han disminuido la voz en off de los protagonistas, las elipsis (saltos de tiempo) van y vienen con intermediación de imágenes documentales de archivo de los sucesos reales en los cuales se basa la historia principal.
Ante ello, han acertado en apuntalarse sobre uno de los mayores atractivos de la serie desde su inicio: reparte culpas y hay crítica para todos. Evita el nacionalismo ramplón de “nosotros los salvadores del mundo” que ya nadie les compraría, no obstante de ser una producción estadounidense y estar contada a partir de una agente de la DEA, la agencia anti narcóticos.
Depende de la audiencia es la “droga” (y el pasón)
Saben bien el perfil de su audiencia. Tan bien lo saben que la serie no pudo ser entendida por la audiencia de Univisión, cada vez más distante del cutrismo de los teledramáticos mexicanos de hoy pero aún atolondrada por años de esa tradición. Se usó para tratar de contener el efecto (ahora sabemos efímero) de la narco-novela El señor de los Cielos de Telemundo pero NARCOS es harina de otro costal.
Tan se dirige para otro lado que su estrella principal, el actor chileno Pedro Pascal, ostenta un perfil físico que jamás sería admitido para un rol protagónico de esas telenovelas convencionales que se resisten a morir. Pascal contiene el desasosiego, elude la trampa de la estridencia a la que podría llevarle la dualidad moral de su personaje y logra dar al agente Peña una interpretación shakespeariana seductora y adictiva. No es casual que forme parte del reparto de la serie estrella de HBO, Game of Thrones, con su personaje del príncipe Oberyn Martell amén de su paso por series como Buffy la Cazavampiros, The Good Wife y Homeland.
El casting narcótico
El casting es otro de los aciertos y aunque algunos acentos nos puedan brincar, por ahí pasan estupendos actores. Descubrimientos como el de Matías Varela o Arturo Castro y estrellas de la televisión y el cine hispano como Miguel Ángel Silvestre (Velvet), Javier Cámara (Hable con ella), Damián Alcázar (El Infierno) y Margarita Rosa de Francisco (Café con aroma de mujer).
NARCOS es como una carretera que se transita a oscuras y sin líneas visibles, que aunque su destino es por todos conocido ni el más precavido se salva de cruzarse con un animal extraviado, un tráiler sin frenos viniendo de frente o de criminales reclamando territorio.
Cuidado con la adicción
No celebro las series que ponderan criminales como las narco-novelas. En realidad no es el caso de NARCOS como se le ha señalado, que amenaza con llegar a territorio mexicano. Es más bien la justificada ambigüedad de sus personajes lo que dispone ese escenario.
Al delirante ritmo de Tuyo de Rodrigo Amarante, tema principal de la banda sonora, varios de sus personajes resultan tan inquietantes como dealers (vendedores de droga) que invitan a completar un pasón. En este caso, un serializado de diez episodios o, ya muy entrados, los treinta hasta hoy disponibles.
Por Daniel Lares Muñoz (TW: @dan_lares)
TV&SHOW / Rondero’s Medios
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