Con Letra Grande

LADY METRALLA, de qué pie cojean los narcos… y las buchonas

    «Soy más que una perra para quien se meta conmigo y la gente a la que pertenezco»: Alejandra Inzunza, «La Madame R-15»

…»Una buchona es una mujer que vive o al menos aparenta pertenecer al mundo del narcotráfico. Es de rigor guapa, cuerpazo natural o esculpido por varias cirugías; cabello muy largo y lacio con un tono oscuro para resalta la blancura y belleza de la cara. No siempre andan estas mujeres con botas o mezclilla ajustada; algunas no perdonan los accesorios dorados y con brillitos multicolores, en especial en las uña de gel. Botas con reflejos, funda de celular jaspeada, brazaletes con diamantes de verdad en el brazo haciendo juego con un tatuaje fino. Teléfono de última generación en funda de terciopelo con incrustaciones o detalles fosforescente», así lo relata el escritor mazatleco JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ en su más reciente libro LADY METRALLA (Ediciones B, 226 páginas).

UN FRAGMENTO:

Veintidós años no es una edad. Es un calibre. Y la 22 es el arma favorita de las mujeres. Cabe en una bolsa de mano, tira rápido y no provoca tanto ruido. Tampoco patea para atrás. Yo a esa edad comencé a usar un arma. En esta vida que me tocó llevar, esa edad es todo un reto. Pero, ¿qué importa si lo que a mí me ha sucedido ha sido siempre eso? No poder escapar de un destino fijo.

Nunca conocí a mi madre ni a mi padre. Jamás vi un retrato de ninguno de los dos. Las fotos se perdieron en un incendio provocado por un grupo armado que atacó mi pueblo. En ese tiempo, las cámaras fotográficas digitales no eran baratas ni tampoco los teléfonos celulares, por lo que no tengo ninguna maldita imagen de mi pasado… De mi padre tengo la arbitraria idea de que era un hombre serio, formal, con un sentido del humor discreto. De mi madre, una alegría reposada, la fuerza de la naturaleza que hay en una gota de rocío en la cima del cardo.

Sin embargo, no poseo ninguna seguridad de eso ni base para creerlo, ya que mi abuela nunca habló de mi padre. Me he creado esa idea a partir de la forma de las letras de su lápida que varias veces observé de niña, interrogándolas, en busca de saber a través de ellas, algo de los restos de ese hombre que reposaba debajo de ese nombre. Letras largas y solemnes, esculpidas con precisión, aunque una de las consonantes finales estaba ligeramente torcida hacia el lado izquierdo y uno de los números del año de su muerte invertido. Por eso creo que él, dentro de su aparente frialdad a la antigua y su muy segura cortesía campirana, escondía un travieso modo de ser. Jamás se me ocurrió pensar que esas ideas podrían venir sólo de la incompetencia del sepulturero de mi pueblo y la desaforada imaginación de la niña solitaria que fui, en busca de un pasado invisible y difuminado, al cual aferrarse con su fantasía. 

De mi madre imagino que siempre fue desenvuelta y alegre, ya que era mucho menor que él y además, las letras de su lápida son muy distintas, modernas, quizá escogidas con ayuda de algún nuevo programa de diseño. Las letras de los panteones son casi idénticas, aunque tengan más de doscientos años. La tumba de mi madre se nota que fue hecha después del año 2000 y junto a su nombre dejaron el trazo estilizado de una rosa, por lo que me ha dado por imaginar que provengo de una mujer bella, floral, alta, encendida. De algún lado me ha de venir lo guapa y buenota. 

He logrado moldear aún más la figura de mis padres muertos con ayuda de otras dos lápidas. Sí, ellos tienen otras dos inscripciones con su nombre bajo una cruz. Tienen otras dos tumbas y seguido las sueño. Me dijo una intérprete que eso no es mala señal. Soñar las sepulturas de mis padres es un deseo secreto de tenerlos cerca. 

DEL AUTOR

Juan José Rodríguez(Mazatlán, 1970) es comunicólogo, viajero y autor de novelas policíacas. Es promotor cultural de la Universidad Autónoma de Sinaloa y además imparte talleres de escritura creativa. Actualmente ejerce el periodismo editorial en El Universal y Periódico Noroeste. Suele navegar en 
L´Anabase, un viejo velero de su propiedad. Su obra Asesinato en una lavandería china, un clásico ya del género, fue llevada a la pantalla grande como Reencarnación: una historia de amor.

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1 comment on “LADY METRALLA, de qué pie cojean los narcos… y las buchonas

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