NUEVA YORK.– En la vida de MIA FARROW, ahora con 80 años, ha habido de todo: una infancia en una familia muy católica, un mes en un pulmón de acero, una imaginación sin límites, una pasión por la interpretación que la llevó al cine a una edad muy temprana y hermosa.

Una serie de historias de amor, la atormentada relación con Woody Allen, con todas las graves acusaciones y demandas judiciales que sólo recientemente parecen haber tomado un cariz más tranquilo, catorce hijos entre biológicos y adoptados -ni siquiera Angelina Jolie ha llegado tan lejos-. Mia Farrow cumple 80 años y lo celebra en Bluesky, tras huir de X en protesta contra Musk y Trump publicando una foto con todos sus hijos (que luego decidió eliminar).
Nacida en una familia firmemente católica de padre director australiano y madre actriz irlandesa, Maria de Lourdes Villiers Farrow es sólo una de siete hijos criados en Beverly Hills. Llena de curiosidad e imaginación, con un fuerte sentido de lo excéntrico (le encantaba jugar con sangre falsa y dagas), a los ocho años fue atacada por la polio y obligada a aislarse. Una experiencia que la marcará para siempre, como ella misma repetía. Durante un tiempo la familia se trasladó a Europa donde el padre realizó películas en las que Mia hizo algunas apariciones. Luego, junto con su hermana Prudence, fue enviada a estudiar a Surrey.

A los dieciséis años regresó a California, la relación entre sus padres estaba en crisis, su padre era alcohólico y en ocasiones violento. Entonces su madre se mudó a Nueva York y comenzó a actuar en Broadway y la propia Mia, después de la repentina muerte de su padre, se vio obligada a comenzar a trabajar a los diecisiete años.
Después de algunos trabajos como modelo, un poco de teatro y sus primeros papeles en cine en la década de 1960, la popularidad de Farrow llegó con la exitosa Peyton Place, en la que interpretó a la ingenua Allison MacKenzie. Luego conoció a Frank Sinatra, ella tenía 19 años, él 50. “Él era hermoso –recordó la actriz– algunos dicen que buscaba una figura paterna, pero siempre hay cosas peores, ¿no? Lo conocí cuando recién empezaba a actuar en Peyton Place, llevábamos juntos tres años cuando nos casamos.
«El primer encuentro fue para una película que había hecho, me invitó a verla, no recuerdo nada de la película pero nos tomamos de la mano todo el tiempo. Y luego me preguntó: ¿vienes a Palm Springs conmigo? Tengo mi avión aquí. Le respondí que no podía, que no tenía pijama y que tenía un gato esperándome en casa. Y luego me dijo que al día siguiente enviaría el avión a buscarme a mí y al gato”. Así que al día siguiente apareció ella, el gato y cuatro cajas de galletas, “tenía al gato en mi regazo, él lo puso en el suelo y nos dimos nuestro primer beso”.
El primer papel protagonista de MIA FARROW fue en la película de terror de Roman Polanski La semilla del diablo (1968), un éxito de crítica y público, considerada un clásico del género y nombrada la segunda mejor película de terror de todos los tiempos (después de Psicosis ) por The Guardian en 2010. Cuenta la historia de una joven novia que, después de mudarse con su marido, un actor de Broadway, a un edificio histórico de Nueva York (el Dakota de Manhattan que años más tarde sería el lugar del asesinato de John Lennon ), conoce a una pareja de vecinos inquietantes, los Castevet. Y cuando Rosemary anuncia que está esperando un bebé, la pareja la convence de cambiar de ginecólogo.
Por su interpretación de la siniestra Minnie Castevet, la actriz Ruth Gordon ganó un Oscar y un Globo de Oro a Mejor Actriz de Reparto. Sinatra quería que su esposa abandonara el cine, cosa que hizo durante un tiempo, llegando incluso a sustituirla en un par de producciones y llegando a hacerla entregar los papeles del divorcio en el set. Los dos siguieron siendo amigos hasta su muerte en 1988.
Dos años más tarde, Mia se casó con el músico y director de orquesta francés André Previn, con quien tuvo gemelos, Matthew y Sascha, el 26 de febrero de 1970; cuatro años después tuvieron otro hijo, Fletcher. Con Previn, Farrow adoptó a dos niñas nacidas en Vietnam, Lark (nacida el 15 de febrero de 1973) y Summer (nacida el 6 de octubre de 1974), y a Soon-Yi, nacida en Corea del Sur, quien se convertiría en la esposa de Woody Allen muchos años después.
En los años setenta la actriz trabajó mucho en el teatro, apareció en algunas películas como El gran Gatsby con Robert Redford en la que interpretó a Daisy, en Un matrimonio de Robert Altman. En 1979 se divorció de Previn.
Y luego viene el encuentro con Woody Allen. La década de los ochenta estuvo marcada por la relación personal y profesional con el director de Manhattan. Juntos hicieron trece películas, la primera es A Midsummer Night’s Sex Comedy (1982), la última Maridos y esposas (1992); enmedio está La rosa púrpura de El Cairo y Hannah y sus hermanas, que recibió una excelente respuesta tanto de taquilla como de la crítica. La última película de la pareja parece abordar el problema al que se enfrentarán dentro de unos meses: Jack y Sally están a punto de divorciarse y piden ayuda a un par de amigos, Gabe y Judy.
Después de haber tenido aventuras extramatrimoniales, su plan de divorcio vuelve a encarrilarse, pero paradójicamente al final de la película son Gabe y Judy quienes deciden separarse. Gabe es Woody y Judy es Mia. Cuando se estrenó la película, ambos ya estaban separados y Allen había comenzado una relación con la hija adoptiva de Mia. Esta ruptura nunca se resolvió y tomó un giro aún más dramático cuando en 1992 la actriz acusó a Allen de abusar sexualmente de su hija Dylan. Las acusaciones nunca fueron probadas, el director siempre afirmó su inocencia incluso cuando su hija regresó, después del Metoo, a reiterar su versión.
Con el fin de la asociación con Allen, la carrera de Farrow también se desaceleró. En los años 1990 y 2000 siguió participando, pero a medida que fue creciendo se centró principalmente en su compromiso cívico y medioambiental.
Su tercer viaje a Darfur tuvo lugar en 2007, con un equipo de filmación involucrado en la realización del documental On our watch. La revista Time la nombró una de las personas más influyentes del mundo.

Su último crédito actoral fue la serie de Netflix The Watcher, un thriller ambientado en una casa de ensueño que resulta ser una pesadilla para la familia que vive allí, llena de cartas amenazantes, vecinos extraños y amenazas siniestras.
CON INFORMACIÓN DE ANSA
TV&SHOW/ Rondero’s medios


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