WASHINGTON.- «Aquí están las 30 canciones que Donald Trump odiará», fue la consigna contra el candidato demócrata de la campaña presidencial estadounidense de 2016 cuando, aunque fracasó en su objetivo, el proyecto “30 días, 30 canciones”, sentó un precedente importante: los artistas estadounidenses reaccionaron ante la pretensión de Trump de poder utilizar sus canciones como quisiera, y sin pidiendo permiso.

Ocho años después, y de cara a las elecciones del próximo noviembre, la historia se repite. Unos días después del ataque en Pensilvania, Trump ingresó a la Convención Nacional Republicana con la melodía del éxito de 1966 de Sam & Dave, Espera, ya voy, despertando así la reacción del coautor de la canción David Porter, quien, en declaraciones al Independent, subrayó cómo Trump nunca había pedido permiso para hacerlo y que, incluso si lo hubiera hecho, seguramente lo habría negado. Además, en marzo pasado, los herederos de Sinéad O’Connor habían advertido a Trump que no utilizara Nothing compares 2U, la canción escrita por Prince y llevada al éxito por ella.
Las cosas son diferentes en el campo opuesto. Kamala Harris le pidió a Beyoncé si podía utilizar su famosa canción Freedom, una colaboración con Kendrick Lamar, como himno para la campaña presidencial de 2024 y Beyoncé se lo concedió: así, el lunes pasado, la vicepresidenta Harris entró en la sede de su campaña en Wilmington, Delaware, acompañado de la canción de Lemonade, álbum de Beyoncé de 2016. La artista afroamericana aún no ha respaldado oficialmente a Kamala Harris, mientras que varios otros artistas destacados, entre ellos Charli XCX, Katy Perry, Cardi B y Kesha, la han apoyado públicamente.
En el pasado no han faltado los enfrentamientos entre música y política: la familia de Tom Petty confió su ira contra Trump a un ardiente tuit: «Creemos en Estados Unidos y creemos en la libertad, pero Donald Trump no representa ideales nobles ni ‘uno ni el otro’.
Era junio de 2020 cuando el presidente estadounidense optó por utilizar la canción de Petty I don’t back down. Adria, Annakim, Dana y Jane Petty habían escrito una carta en la que amenazaban con emprender acciones legales si el presidente usaba la canción por segunda vez: “Tom escribió esta canción para el final, para la gente sencilla. Y aunque estamos convencidos de que cada uno puede votar por quien quiera, no podemos soportar la idea de que los fans de Tom, marginados por esta administración, puedan pensar que somos cómplices de sus elecciones».
Trump debe haber comprendido la importancia y el poder de la música pop y rock para involucrar y acercar al mayor número posible de personas a su plataforma política. Uno de los primeros en reaccionar ante el uso no autorizado fue Neil Young, quien en 2015, durante la apertura de la campaña presidencial, al enterarse de que Trump había tocado su Rockin’ in the free world antes de uno de sus mítines, se apresuró a declarar que había nunca le dio su permiso. Rihanna también envió una carta amenazando con emprender acciones legales por el uso de una de sus canciones en lo que llamó «una de esas manifestaciones trágicas».
Entre los más feroces opositores al uso de su música en los mítines de Trump se encuentra REM, que ha amenazado con emprender acciones legales contra el uso de Loosing my religion y Everybody hurts: «Estamos comprobando las posibilidades de denunciarlo», escribió Mike Mills en Twitter en enero de 2020. “Pero aunque esto no sea posible, sepan que no estamos en absoluto de acuerdo con el uso de nuestra música por parte de este hombre, un impostor y un manipulador”.
La lista de oponentes es muy larga y también incluye en sus filas a los herederos de George Harrison por el uso de Here comes the sun, Bruce Springsteen por Born in the USA, Johnny Marr por Please please please let me get what I want; Queen por We Are The Champions; Elton John que le prohibió usar Rocket man y nuevamente Adele por Skyfall y Rolling in the deep, Pharrell Williams por Happy, entre otros.

El primero en demandar al presidente Trump fue Steven Tyler por el uso no autorizado de la balada Dream on, escrita para Aerosmith. Era el comienzo de su carrera por la Casa Blanca en 2016, y las amenazas no fueron suficientes. Trump después de un tiempo volvió a utilizar la canción en uno de sus mítines, despertando la reacción de Tyler quien, como autor de la pieza, había enviado a los abogados de la banda de rock estadounidense para denunciarlo.
CON INFORMACIÓN DE ANSA
TV&SHOW/ Rondero’s medios


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