En el pecado Televisa ha llevado su penitencia, su mismo desinterés que durante años descuidó: la generación de contenidos actuales, relevantes, alternativos y motivantes para una nueva generación que consume cuando quiere, como quiere y con quien quiere.
SIN MIEDO A LA VERDAD (Canal de las Estrellas, lunes a viernes, 21:30 horas) es un garbanzo de a libra en la telera nuestra y abierta de cada día, no por nada en su arranque registró más de 3 millones de telévoros, con un formato que rompe con el estereotipo de melodrama novelero tan caduco que difiere con los seriales que plataformas como Netflix y Amazon conquistan cada día.
El productor Rubén Galindo –sin la consabida mancuerna que hiciera con su recientemente fallecido primo Santiago- se interna en los entresijos de una serie antológica con tintes de realismo que, si algo posee de gran valor, es su impacto temático en la vida cotidiana, no solo de la CDMX sino de todo un país cuya carga de violencia, crimen –organizado y desorganizado-, impunidad y corrupción, dejan verun camposanto, con reguero de cadáveres, sea en fosas comunes o en tráileres itinerantes.
SIN MIEDO A LA VERDAD aborda una galería temática que va del horror compartido hasta la sinrazón e injusticia: narcomenudistas, trata de personas, golpeadores de mujeres, ladrones de bebés, derecho de piso, tráfico de órganos, la ballena azul, suicidios inducidos, las goteras, golpeador de mujeres, entre otros, protagonizados por un Justiciero (Manuel Montero ‘Manu’, personificado por Álex Perea), que deja de ser anónimo ante la opinión pública una vez que se descubre en los medios de comunicación tradicionales y por los cibernautas que lo siguen.
Si bien Rubén Galindo no posee el ABC en las secuencias de acción y dramatismo para un serial acorde a los tiempos y exigencias, al menos la propuesta no es del todo “chambona” y obsoleta.
Con un dejo del clásico melodrama que acompaña a todos los productores que han logrado salvarse de la guillotina de los recortes en Televisa, SIN MIEDO A LA VERDAD ficciona lo que ya es una realidad en la sociedad: los justicieros anónimos que pululan en las calles, en el transporte público y en los sitios de mayor criminalidad aplicando, simple y llanamente, la justicia de propia mano. Y es que ante tanta violencia, ¿quién no lo han pensado?
Ver para creer. Telévoros: ¡Uníos!
RONDERO’S MEDIOS
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