Así como hubo un Oskar Schindler que salvó a cientos de judíos, así existió un diplomático español que evitó la muerte inminente de cinco mil judíos durante el Holocausto. ¿Su nombre? Sanz Briz, EL ÁNGEL DE BUDAPEST, cuya historia se relata de primera mano en este libro de Ediciones B, de 277 páginas, escrito por el periodista madrileño Julio Martín Alarcón (El hombre que nunca existió. Operación carne picada).
EL ÁNGEL DE BUDAPEST es un relato detallado de lo que vivió Ángel Sanz Briz como diplomático español en Hungría y las peripecias que debió sortear –poniendo en riesgo su seguridad y la de su familia- los planes del teniente coronel de la SS Adolf Eichmann, responsable de las deportaciones del Reich y ferviente partidario de la Solución Final.
DE LA PLUMA DEL AUTOR:
“Su sentido de lo humano y lo humanitario era el de una persona normal: por eso no comprendió jamás esa demencia colectiva de los nazis”, recordó Adela Quijano, viuda de Sanz Briz, quien vivió con su esposo momentos de angustia, temor y desesperación al final de la Segunda Guerra Mundial.
Para el escritor Julio Martín Alarcón, “el supuesto interés nacional llevó a los dirigentes de Hungría a claudicar ante los horrores del nazismo: más de medio millón de seres humanos, de húngaros, murieron en las cámaras de gas. El nacionalismo no hizo nunca nada por nadie.
“Sanz Briz amaba su tierra, por eso defendió su nombre en El Cairo, Budapest, El Salvador, Guatemala, Estados Unidos, Holanda, China y la Santa Sede. Esta es la historia de los diez meses que vivió en Budapest, cuando el Tercer Reich destruyó el último país de Europa que pudo antes de su derrota”.
Según lo registra el mismo autor, Sanz Briz no solo informaba de la situación política de Hungría a su gobierno, sino de las inevitables consecuencias de la tentación de contemporizar con el Tercer Reich. España aún mantenía representación diplomática en Berlín, y tratos comerciales con Alemania…”El bien informado diplomático español conocía ya los movimientos que había perpetrado el depuesto Gobierno de Miklós Kállay en los meses previos a la invasión para buscar una paz separada con los aliados. De hecho, la revelación sobre los tres agentes ingleses (en realidad eran estadounidenses) en suelo húngaro era solo una pequeña parte del rompecabezas que los propios británicos intentaban deshacer en torno a las operaciones en Hungría”.
FRAGMENTO:
“Sanz Briz explicó a Lequerica que la única posibilidad era la de proveer al mayor número de judíos con documentación española, tal y como hacían ya Suecia, Suiza y El Vaticano, independientemente de su origen, que a la fuerza tendría que justificarse de formas muy vagas”.
“Mi respuesta fue quera necesario proveerlos de documentación española, basándonos en el decreto promulgado en España el de diciembre de 1924, siendo jefe del Gobierno el general Primo de Rivera, en el que se ofrecía a los sefarditas la posibilidad de recuperar la nacionalidad española. Excuso decir a usted que en Hungría había muy pocos sefarditas”.
CON LETRA GRANDE
Por Roberto Rondero/ TV&SHOW
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