Con Letra Grande

Octavio Paz. Memorias y palabras (cartas a Pere Gimferrer 1966-1997)

En los años setenta México vivió una crisis económica y los bienes agrícolas se vinieron abajo, por lo mismo se inició una importación masiva de productos alimenticios: los cambios sociales estaban reinventando a la nación mexicana, José López Portillo iniciaba su presidencia en 1976, pero la cultura se mantenía a flote y se adaptaba a las nuevas reglas de comunicación (escrita y visual), políticas e intelectuales.

En aquellos tiempos figuraban nombres atemporales y de época como Sor Juana, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Rufino Tamayo, Gabriel García Márquez, Enrique Krauze, Pascal Quignard y Elena Poniatowska. Entre aquel grupo de talentosos artistas se encontraba un poeta, Octavio Irineo Paz Lozano. El mexicano, como cualquier persona, tenía mucho que decir y todos necesitamos a alguien a quién contarle nuestras pasiones, tragedias, felicidades, malestares, amoríos y pensamientos agitados. OCTAVIO PAZ (Memorias y palabras, cartas a Pere Gimferrer 1966-1997, editorial Seix Barral Biblioteca Breve, primera edición 1999, páginas 425).

“El poema es un objeto o mecanismo de permutación: lo que dice el poeta no lo que oye el lector”. Octavio Paz.

El libro no sólo es una recopilación de cartas, poemas y ensayos de un artista que trabajó con las letras; es un registro de las experiencias que vivió un hombre en su país y en el extranjero. En el compendio de cartas (de 1966 a 1997) se puede ver la evolución de Paz: era un hombre obsesivo con su trabajo, cambiaba varias veces algunas líneas o párrafos de sus poemas o escritos porque no le gustaba el resultado. E incluso pocas veces mencionaba a su esposa (Marie José) en las cartas o en su defecto su nombre sólo aparecía en el cierre o despedida de las mismas. Casi toda la plática se iba en sus creaciones literarias o señalando la espléndida escritura de su amigo Pedro (Pere Gimferrer).

Octavio Irineo Paz tenía muchísimo interés en la historia de Tenochtitlan, la religión y todo lo que fuese concerniente a la sociedad y su comportamiento, y no podía faltar la política: “La vida literaria y política mexicana es un gallinero, pero gallinero alborotado por gallos agresivos y gallinas perversas y chismosas”, así lo expuso en aquella época y parece que nada ha cambiado desde entonces.

El intelectual mexicano era un genio para expresarse, pero también era una persona que padecía como cualquier otro, entre sus dolencias se encontraba el paso del tiempo de su progenitora: “Mi madre también sufre de cataratas. Qué horrible es la vejez y qué poca cosa somos los hombres”. Ella falleció el 01 de febrero de 1980.

Para un artista reconocido como Paz, uno se pudiera imaginar que todo lo tenía resuelto, pero no era así. Vivió con su familia una mala racha financieramente. Vivir en el extranjero con una beca y con ella mantener económicamente a su esposa e hija y una cuñada enferma de tuberculosis no fue nada fácil y se complicó aún más cuando vivieron en un sótano. Buscó otro tipo de trabajos para salir adelante, uno de ellos fue la pintura.

“El poema se cumple a expensas del poema”. Octavio Paz.

El terremoto de 1985 no fue ajeno a su pluma: “Fue espantoso. Mostró la fragilidad no sólo de nuestros cuerpos sino de nuestras orgullosas construcciones. Hay que recobrar la humildad que todas las religiones superiores (y unos pocos filósofos) han predicado”.

La vivienda de Paz y su familia fue dañada con el sismo, “…necesito ahora un poco de dinero: debo hacer reparaciones en el apartamento, que fue dañado por el terremoto. Incluso no sería imposible que nos viésemos obligados a buscar otra casa”. El dinero que le solicitaba (en aquel momento) a su amigo Pedro era un adelanto por el pago de algunas de sus obras (derechos de autor) para salir del problema.

Esa obsesión laboral lo llevaba a ver erratas en sus trabajos y las trataba de corregir (una y otra vez). Ahí estaba su entusiasmo; en cambio, casi no decía nada sobre los premios que rechazó o recibió, entre ellos el Premio Nobel de Literatura, o quizás esa carta siga bien guarda por alguien.

Sus errores literarios no eran fallas, eran manifestaciones de su inconsciente tratando de expresarse. Su pasión por su trabajo jamás cedió (ni en la enfermedad) y tal vez nunca se dio cuenta de que no hay errores en el arte, sólo resultados diferentes.

“Para mí el cómico sublime del cine, su gran poeta, no ha sido Chaplin sino Buster Keaton”. Octavio. Paz.

Todo lo consultaba con Pedro: títulos, versos, ensayos, proyectos, cambios en los escritos, editoriales, temas, costos, ganancias, preocupaciones, escases y otros factores internos y externos. Esto se puede constatar en las conversaciones que sostuvo con su querido amigo (así se expresaba de él) y lo reafirmó dedicándole un poema en una carta redactada el 8 de marzo de 1976:

“En ‘Vuelta’ hay un poema dedicado a ti. Te lo envío con esta carta en forma manuscrita. Un doble homenaje de amistad y gratitud”.

La Arboleda

A Pedro Gimferrer

Enorme y sólida

pero oscilante

golpeada por el viento

pero encadenada,

rumor de un millón de hojas

contra mi ventana

Motín de árboles

oleaje de sonidos verdinegros.

La arboleada.

quieta de pronto,

es un tejido de ramas y frondas.

Hay claros llameantes.

Caída en esas redes

se revuelve,

respira,

una materia violenta y resplandeciente,

un animal iracundo y rápido,

cuerpo de lumbre entre las hojas:

el día.

 A la izquierda el macizo,

más idea que color,

poco cielo y muchas nubes,

el azuleo de una cuenca

rodeada de peñones en demolición,

arena precipitada

en el embudo de la arboleada.

En la región central

gruesas gotas de tinta

esparcidas

sobre un papel que el poniente inflama,

negro enteramente allá,

en el extremo sudeste,

donde se derrumba el horizonte.

La enramada,

vuelta cobre, relumbra.

Tres mirlos

atraviesan la hoguera y reaparecen,

ilesos,

en una zona vacía: ni luz ni sombra.

Nubes

en marcha hacía su disolución.

El patio,

encerrado en sus cuatro muros,

se isla más y más.

Así perfecciona su realidad.

El bote de basura,

la maceta sin planta,

ya no son,

sobre el opaco cemento,

sino sacos de sombras.

Sobre sí mismo

el espacio

se cierra.

Poco a poco se petrifican los nombres.

Con un abrazo de

                                                               Octavio Paz

DATOS QUE GIRAN EN TORNO A OCTAVIO PAZ

  1. Octavio Irineo Paz Lozano, nació el 31 de marzo de 1914 y murió el 19 de abril de 1998 en la Ciudad de México.
  2. Marie José Paz (esposa de Paz) murió el 26 de julio de 2018 en la Ciudad de México.
  3. La madre de Marie-José Tramini (Marie Jo) murió el 09 de abril 1974 en París, Francia.
  4. Paz Lozano fue Ganador del Premio Cervantes en 1981.
  5. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1990 por su obra “El laberinto de la Soledad” (1950). Es la obra más reconocida del escritor mexicano.

Saelim Fernando / Rondero’s Medios

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