Chabelo dejó la telera nuestra de cada día luego de dos mil 463 programas y 48 años al aire y lo hizo como él lo quiso: sin aspavientos, ni serpentinas, y sin cortes celestiales. Soportó el close up como hombre de deber cumplido, con lágrimas pero contenido…El niño que lleva dentro desde hace 60 años no quería irse.

Se fue uno de los estoicos hombres de la televisión, el que aguantó vendavales y tres generaciones de Azcárraga, lo que dice mucho de él. Leyó, casi a fuerza, la carta que Peña Nieto le “obsequió”. Para variar mal enfocada y escrita, dirigiéndose a Chabelo como si fuera a Xavier López. No hay remedio en el oportunismo presidencial.
Chabelo ya está en la historia de los dominguitos sagrados. Lo que programe en ese horario Televisa es lo de menos.

Ver para creer. Telévoros: ¡uníos!
Por Roberto Rondero / Fotos: Lourdes Córdoba


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